El buzo del drenaje de la Ciudad de México busca a su reemplazo | Tec Review

2022-07-02 06:10:43 By : Ms. Lisa Yufen

Julio César Cu Cámara pone en riesgo su vida en cada inmersión para salvarnos de las inundaciones.

A sus 63 años de edad busca al futuro buzo del drenaje profundo, pero los candidatos terminan renunciando al ver que en cada inmersión ponen en riesgo su vida. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

El trabajo de Julio César Cu Cámara, el buzo del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), es único en el mundo, pero invisible; solo nos percatamos de su existencia cuando el sistema falla y las venas del subsuelo nos devuelven (un poco) de todo lo que aventamos por el caño.

Con un traje especial que se importa de Noruega, se sumerge en una nata, totalmente negra y espesa, para retirar los desechos que obstruyen el drenaje de la ciudad. Tras 39 años de servicio nada le sorprende porque ha encontrado de todo: desde montañas de PET hasta cadáveres humanos.

En cada inmersión pone en riesgo su vida, porque el agua del drenaje no solo es fétida, también contiene químicos industriales revueltos con residuos domésticos, agua de lluvia y objetos cortantes que podrían herirlo.

Pero a él le gusta su trabajo, porque sabe que gracias a ello previene que millones de personas se inunden, pero confiesa que ya está cansado. Se podría haber jubilado desde hace mucho, pero no encuentra a su sucesor. Te contamos más de este hombre y su imprescindible labor.

Como si se rompiera una capa de hielo, el buzo del drenaje profundo tiene que brincar sobre la basura que se aglutina en la superficie para poder sumergirse en la Planta de Bombeo Río Hondo. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

Nos encontramos a este buzo en la Planta de Bombeo Río Hondo, en el límite con el Estado de México. Aquí,  el río a cielo abierto conduce las aguas negras hasta desembocar en el Vaso Regulador “El Cristo”; de ahí una parte se va al Túnel Emisor Poniente II y otra al Río de los Remedios.

Julio César Cu Cámara nos da una demostración de su trabajo: su ayudante, Jesús Hernández Almeida, lo asiste a ponerse el traje de buzo industrial, especialmente fabricado para labores de alto riesgo, con seis milímetros de grosor y, junto con el casco, trae consigo 70 kilos de peso extra (que domina a la perfección).

Con su equipo ya puesto se mete en una canastilla que lo hará descender a esas aguas infernales. El casco tiene una cuerda que se llama cordón umbilical, es un un cable de vida que le provee de oxígeno y comunicación.

Para poder sumergirse, tiene que brincar con fuerza hasta romper la capa espesa de basura, como si fuera una gruesa capa de hielo.

Ya adentro, Cu Cámara deja de ver por completo debido a la turbiedad del agua. A partir de ahora su tender, Agustín Chávez Hernández, será sus ojos, el encargado de su vida . Es quien le dice hacia dónde moverse, qué es lo que debe hacer, es quien maneja, desde la consola, sus niveles de oxígeno.

No es un trabajo para claustrofóbicos. Al buzo le da igual si la llaman de día o de noche porque abajo es un un lugar oscuro, frío y solitario en cualquier época del año.

Julio César Cu Cámara está disponible las 24 horas del día, su mayor época de trabajo es en temporada de lluvias y las tareas que le piden suelen ser: hacer inspecciones, reparar bombas, rescatar materiales grandes, retirar basura y liberar compuertas. 

Cada vez que regresa a la superficie y sale a la luz es como si volviera a nacer. Y así ha sido desde hace 39 años.

La vida de Cu Cámara depende de su equipo de buceo: Jesús Hernández Almeida es su ayudante, y el responsable de que el cordón umbilical no se enrede. Y Agustín Chávez Hernández es sus ojos, es quien maneja la consola y le da instrucciones desde la superficie. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

El cordón umbilical va conectado a la consola. En este aparato se controla el nivel de oxígeno, el audio, el micrófono y se ve a qué profundidad está el buzo. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

Abajo hay cero visibilidad. Agustín Chávez Hernández es su tender y sus ojos. Le dice hacia dónde moverse y qué hacer. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

Cu Cámara es originario de Campeche, su padre fue pescador. Piensa que su gusto por el agua viene de sus orígenes, pues creció rodeado de mar. 

A los ocho años aprendió a nadar, a los 15 se convirtió en instructor de natación, tomó clases de buceo, desde básico hasta máster; después se especializó en buceo industrial.

En 1983 ingresó a SACMEX porque le ofrecieron el trabajo de buzo, pero no sabía exactamente de qué se trataba. Tuvo otros compañeros, pero con el tiempo se fue quedando solo hasta ser el único del país y sospecha que del mundo.

¿Cuáles han sido sus satisfacciones? “Sobre todo, salir vivo. He tenido experiencias muy bonitas. Aunque es un trabajo sucio y feo, tengo la satisfacción de saber que ayudo a miles o millones de personas —sin que lo sepan—, por el simple hecho de destapar una bomba no se inunda una parte de la ciudad”.

El traje es de buzo industrial, es de un polímero resistente, se importa de Noruega y cuesta 5,000 dólares. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

El casco pesa unos 20 kilos, es de acero y bronce, se compra en Estados Unidos y cuesta unos 4,000 dólares. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

Los objetos más comunes con los que se encuentra el buzo son llantas, animales muertos, restos orgánicos, autopartes y  PET (en exceso) –es como una plaga, dice— al grado de que se va compactando y adquiere tanto grosor que se ha necesitado dinamita para poder retirarlo.

Hay metales, partes de electrodomésticos. Una vez sacaron un vocho completo; otra cosa rara (y reciente) fue una cabeza de un cerdo, ya muy grande por su estado de descomposición.

En años recientes, encuentra muchísimas bolsas de plástico, porque es donde las personas depositan las heces de sus perros.

“Es bueno que la gente recoja el desperdicio, pero tira las bolsas de plástico en las coladeras. Las heces sí se deshacen, pero la bolsa no y eso es lo que nos está ocasionando problemas, cada vez encontramos más y más”, explica.

En el fondo hay fango asentado junto con vidrios rotos, clavos oxidados, trozos de madera. Todo lo que va llevando el agua a su paso se tiene que estancar en algún lugar. 

En sus inmersiones, Cu Cámara no nada, en realidad se arrastra para irse ubicando. Debe ir muy despacio, a tientas, para no lastimarse entre tanto objeto. De vez en vez purga su casco para sacar burbujas y que vuelvan a localizarlo.

También ha encontrado cadáveres, un aspecto doloroso que llega hasta las venas de la ciudad.

El hueco que se ve es el que dejó el buzo en su inmersión. El resto es un mar de plástico y residuos que se estancan en la planta de bombeo. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

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Ha ocurrido que cuando Julio César Cu Cámara se encuentra haciendo alguna reparación siente que choca contra él un objeto blando, lo tienta y, si tiene características humanas, lo ata a un sitio para que no se lo lleve la corriente. 

No lo puede sacar de inmediato, porque –primero– se tiene que notificar a las autoridades. Se extrae después de que se hace una investigación.

Hay ocasiones en que tiene que ir a declarar al Ministerio Público, acompañado del jurídico de SACMEX. Es una más de las complicaciones de su labor.

Otras ocasiones la misma fiscalía les pide hacer inmersiones en sitios donde se sospecha que hay un cadáver. 

“Es triste pero al entregar el cuerpo a los familiares uno queda más tranquilo porque ya pueden encontrar la paz”.

Después de tantos años ha perdido la cuenta de los cuerpos que ha sacado del drenaje.

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Desde hace 10 años se podría haber jubilado, de hecho, está cansado de un trabajo tan demandante física y emocionalmente, pero el señor Cu Cámara no encuentra quien sea su próximo relevo.

“He tenido a varios buzos, pero por la complejidad de las maniobras, el trabajo a ciegas y los problemas que hay que resolver abajo, se han ido. No he encontrado hasta ahorita a un ‘loquito’ como yo que haga estos trabajos”.

A sus 63 años de edad se conserva entero y fuerte, de hecho, además del casco y el traje, suele sumergirse con herramienta pesada como ganchos, estrobos o cuerdas para amarrar las cosas que hay que retirar.

Afortunadamente, nunca ha tenido accidentes mayores, solo se le ha rasgado el traje, pero de inmediato lo sacan para que no entre en contacto directo con el agua.

Él es un héroe junto con los albañiles, ingenieros, operadores de grúas y gente de campo que trabaja día y noche para evitar que la Ciudad de México, fascinante y caótica, se inunde.

Su trabajo no existiría si no fuera por la imprudencia de las personas. Así que, aunque ya es una frase repetida millones de veces, le pide a la ciudadanía: no tirar basura en la calle.

El Río Hondo que conduce aguas negras atraviesa el Boulevard Manuel Ávila Camacho y 16 de septiembre. Esta es una de las muchas plantas de bombeo de la SACMEX. (Foto: Israel Pérez Vega / Tec Review)

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