Hace rato que las tarimas venían diciéndolo: todos los boniatos valen lo mismo, y todos los plátanos, las malangas, las piñas… Llegaron al tope y establecieron allí un monopolio del que difícilmente algún vendedor escape; a no ser que ande muy apurado, la mercancía sea de cuarta o quinta (porque tercera todavía sigue siendo igual a primera) o no haya preguntado antes de ensillar el carretón y pregone sus viandas sin mirar la “competencia”.

Algo muy raro, además, porque los precios desde San Antonio a Maisí se han “unificado” de una manera asombrosa y eso responde a cualquier lógica menos a la económica.

Si consentimos, por ejemplo, que en el riego por gravedad se pierde hasta el 50 por ciento y, por tanto, se incrementa el gasto de agua y corriente, no cuesta lo mismo una malanga producida bajo esas condiciones que bajo una máquina de riego de pivote central, donde los rendimientos podrían ser mayores y el uso de los fertilizantes (si los tuvo), más eficiente.

Entonces, a menos agua, corriente y fertilizantes, más malanga y más barata en el surco. Pues ya estamos viendo que, en la tarima, no. A 50.00 pesos venga de donde venga, cueste lo que cueste; aun cuando el propio director de Acopio en esta provincia admitiera que en el campo el precio de compra aprobado por el Gobierno es 20.00 pesos, y el de venta hasta 28.00. Ese es el tope si se cumple lo “establecido”, porque, claro está, hoy muchas se venden “al margen”. Y donde escribo malanga…

Solo que ahora quizás las dinámicas pudieran cambiar. Lo adelantaba Orlando Pérez Pedreira, delegado provincial de la Agricultura: “aunque todavía no está la Resolución, se nos comunicó que todos los precios serán por concertación. Solo la leche, el café, el cacao y la carne de res tendrán precios centralizados”.

Orlando Pérez Pedreira está consciente de que la disparidad de precios en el surco hará más realista cualquier análisis

Digo pudieran, porque si quienes obtienen bajos rendimientos o productos de baja calidad quieren sacarle la ineficiencia al comprador, o quienes hacen de intermediarios quieren seguir ganando más que el productor y al ritmo de la inflación, en la tarima quedaremos igualitos.

Aquí hablamos de lo que confirmara el director de la Empresa arrocera de Chambas, Juan Carlos Balmaseda, quien sabe que antes, el precio aprobado para el quintal de cáscara, húmedo, era 341.00 pesos. “Ahora se habla de comprarles a los arroceros el saco a 1000.00 y con la eficiencia que tienen nuestros molinos se queda entre 60 y 65 libras de arroz consumo”. Las cuentas que saca son sencillas y le permiten vender el grano en Chambas o en la feria de la capital avileña, a 30.00 pesos la libra, cuando circulan carretoneros pregonándolo a 45.00.

Con el tomate sucederá lo mismo: mayor precio en el tomatal, lo cual no quiere decir mayor precio del puré en el mercado. O, al menos, no es lo que se espera durante la concertación que tendrán los agricultores y la industria majagüense. Si bien ya hubo un encuentro, Pedro Manuel Díaz González, especialista de ese cultivo en la Delegación Provincial de la Agricultura, confiesa que todavía hay criterios encontrados entre el precio que propone la industria y el que refieren los productores. No obstante, aun sin resultados concretos, esa es una buena noticia que (de)muestra que lo aprobado no viene por decreto, sino de discusiones entre las partes.

Así deberá ser con cada producto. “Concertación y contratos de mucha calidad”, refiere el delegado de la Agricultura, convencido de que es hoy, al liberar los precios, cuando mejor puede valorarse el impacto de las medidas para impulsar la producción”.

• Lea aquí un acercamiento a los precios contradictorios que tenía la Agricultura, a un mes de implementarse la Tarea Ordenamiento

Si bien quedarán atrás los precios centralizados que “homogenizaban” hasta los rendimientos, falta ver hasta dónde las diferencias en el surco se traducirán en variedad de precios en la tarima y el intento local por encausarlos desde una hoja no termine siendo más restricción que protección. Pero lo incuestionable es que las conciliaciones podrían “abonar” los campos. Y ese es el principio de todo. Y el fin.

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